Los seres humanos nos hemos distinguido como especie por nuestra habilidad en desarrollar tecnologías. Es la expresión de nuestra inteligencia y, en general, hace que la vida sea mucho más sencilla. Sin embargo, en los últimos años hemos encontrado que con cada nueva herramienta tecnológica llega también un problema diferente a resolver. La luz azul y sus impactos en el cuerpo es uno de ellos.
¿Qué es la luz azul de las pantallas?
Las pantallas emiten un tipo de luz especial, a la que se le llama “luz azul”, por pertenecer a un espectro en específico que el ojo humano percibe de ese color. La luz es una onda electromagnética que, dependiendo de su longitud y su potencia, el ojo humano identifica con diferentes colores.
Los dispositivos electrónicos como las computadoras y los smartphones emiten lo que se llama luz HEV (High Energy Visible Light) o luz azul-violeta, que es considerada de las más peligrosas para la vista y para la piel. Aunque el sol también emite este tipo de onda, el mayor daño es causado por la que sale de las pantallas, pues pasamos gran parte del día frente a ellas y con muy poca distancia, lo cual promueve los daños.
¿Cómo afecta la luz azul a los ojos?
Este fue uno de los primeros daños alertados por los expertos. Desde que las computadoras se comenzaron a usar de forma comercial en los años 90, no hemos dado tregua a nuestros ojos. Ahora se calcula que pasamos el 80% de nuestro tiempo viendo a una pantalla, lo cual tiene un impacto directo en la salud ocular.
A diferencia de con la luz ultravioleta, el ojo no tiene la capacidad de bloquear la luz azul por lo que penetra hasta la retina (el recubrimiento interior de la parte de atrás del ojo) y puede llegar a dañar las células que promueven la degeneración macular, que es cuando la vista empieza a fallar. Uno de los primeros síntomas es comenzar a ver borroso.
Además, debido a que la luz azul es de alta energía y corta longitud, se crea lo que se llama “ruido viusual”, que provoca que los ojos tengan que trabajar mucho más para poder enfocar y ordenar la luz, por lo que se produce fatiga ocular. Es el equivalente a tener muchos papeles desordenados e intentar encontrar información en específico: será mucho más cansado encontrar lo deseado.
La buena noticia es que para ambos problemas ya hay muchas soluciones. Una de ellas son las gafas para computadora, que tienen un tinte que ayuda al ojo a bloquear la luz y le da descanso. También hay filtros que se le pueden colocar a las pantallas, tanto de los celulares como de las computadoras.
¿Cómo afecta la luz azul a nuestra piel?
Aunque el daño más conocido de la luz azul es en los ojos, en los últimos años se ha reportado que la piel también sale perjudicada de nuestras largas horas frente a las pantallas. La luz de los dispositivos puede producir pigmentaciones difusas en la piel, que en dermatología se conoce como melasmas. Además provoca envejecimiento prematuro de la piel y contribuye a la aparición de arrugas.
Esto se puede combatir de muchas formas. La primera y más importante, es intentando no pasar más tiempo frente a las pantallas de lo necesario. Además, hay que hacerlo con una distancia adecuada: la computadora deberá de estar a un mínimo de 50 centímetros y el smartphone a 35cm.
No hay que olvidar tampoco las rutinas de limpieza e hidratación, y por supuesto, usar protector solar. Esto es importantísimo para que la piel permanezca joven y saludable, pues es susceptible a todo lo que hacemos.